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Ecopsycología

ARMONIZAR LA VIDA

En torno a la Tierra, ciertos seres, han arrojado un hálito ensombrecedor de la Vida que pretende destrozarla. Su tenebrosa voluntad se ejerce diseminada en diferentes centros de poder biopolíticos enmascarados en discursos y actos que conmueven a la complacencia de este crimen. Donde actúan sus enmascarados se gestan epidemias muy difíciles de sanar. Sus enmascarados son  muy profesionales, de alta competitividad y poder de decisión: políticos, tecnócratas y brujos. Algunos de ellos ni siquiera saben de dónde proviene el poder que les mantiene actuando y los domina. Solo algunos pocos saben a ciencia cierta a cuál poder se acatan.

Esta situación es tan terrorífica, que hace unos pocos meses los Guardianes de la Armonía de la Tierra estuvieron a un paso de desactivar ese sitio sagrado y propiciar la catástrofe final, al ver que cada día sus esfuerzos por propiciar la Armonía de la Vida son casi inútiles. En ese sitio sagrado de nuestra Madre Tierra estuvieron reunidos los Guardianes de la Armonía de la Tierra para encontrar la decisión definitiva. La gran mayoría opinaba que hemos llegado ya al punto de no retorno y que lo más conveniente era propiciar de una vez por todas la hecatombe ante el tenebroso desastre generado por los Hijos de la Tierra ante la Vida. Unos pocos callaban, y cuando se les concedió la palabra su expresión fue diferente: En cuatro de Ciclos de Vida anteriores han sido los Seres Sagrados quienes han tomado la decisión de voltear el mundo y propiciar una nueva creación. Es cierto que estamos en el límite de una quinta catástrofe universal, todos los signos naturales de la Vida así lo muestran, tal como ha sido anunciado en los mensajes sagrados que nos son revelados, pero no somos nosotros los Guardianes de la Armonía de la Tierra a quienes nos corresponde propiciar la catástrofe final. Esta decisión es un designio sagrado de los Seres Sagrados y sólo  a ellos les corresponde realizarlo. A nosotros nos corresponde continuar con nuestra labor sagrada de Armonizar la Vida de la Madre Tierra.

Los Guardianes de la Armonía de la Tierra procedieron por unanimidad a consultar el oráculo para saber cuál de las dos opciones era la adecuada. La decisión fue la de continuar con la virtud sagrada que les fue otorgada como Guardianes de la Armonía de la Vida en la Madre Tierra.

Existe una virtud muy sagrada que vibra y es emanada desde el Corazón de nuestra Madre Tierra, que impregna de vitalidad a todo lo existente. Del mismo modo, desde el Corazón del Cielo vibra y emana una virtud sagrada ancestral de vitalidad que con su bondad revitaliza permanentemente a todo lo existente. Misterios sagrados inmanentes a la Vida, donándole a cada instante un poder de renovación, sanación y armonización. Desde el Corazón de nuestra Madre Tierra, resplandece una energía luminosa diseminada en todas sus manifestaciones y expresiones de su propia Vida. Desde el Cielo, el gran misterio de la luz del Sol y de todos los seres luminosos cubre con su poder a todas las manifestaciones y expresiones de la Vida en nuestra Madre Tierra.

Entre estas virtudes de Luz, se encuentra ese hálito ensombrecedor de la Vida que pretende destrozarla. Su propósito es el de incentivar su acción hasta tal punto que pueda opacar el resplandor luminoso que emana de Cielo y de la Tierra en el espíritu de la gente humana y de sus pueblos para propiciar y forzar más crímenes contra la Vida. Para llevar su propósito hasta el fin, recurren a todos los métodos y técnicas posibles e imaginables: biopolíticos, mediáticos, económicos, tecnocráticos, virtuales, militares, religiosos, ritualísticos…; antiguos, modernos y postmodernos. Se despliega así un gigantesco aparato de captura que pone en funcionamiento mecanismos que atrapan el espíritu, la mente y los cuerpos para ponerlos a funcionar y actuar en sus poderes más oscuros, con la convicción que se está haciendo lo correcto y adecuado. Lo curioso de este novedoso aparato de captura es que la gran mayoría es inconsciente de esta manipulación que se ejerce sobre ellos. Las consecuencias no son más que el inmenso desastre ocasionado a toda la Naturaleza, al espíritu, la mente, los cuerpos, la cultura y la sociedad. Ante todo esto, ¿podemos seguir sintiéndonos orgullosos de ser humanos? Tal vez, lo único que podríamos sentir es vergüenza de ser humanos: sentir vergüenza ante los grandes bosques mutilados y frente a toda la vida que habita en ellos, sentir vergüenza ante las aguas arrasadas y contaminadas y frente a toda la vida que habita en ellas, sentir vergüenza ante la destrucción del manto de la Tierra, la capa de ozono, sentir vergüenza ante la contaminación del aire y frente a toda la vida que habita en él, sentir vergüenza ante el uso inadecuado del fuego, sentir vergüenza ante todos los homicidios, magnicidios, holocaustos y etnocidios que a diario se cometen… En todo esto están involucrados los hechiceros de la guerra. La guerra no es solamente los innumerables enfrentamientos y agresiones armadas, porque la guerra es todo acto que atenta contra la Armonía de la Vida en nuestra Madre Tierra. Y la Paz no es solamente el cese al fuego de los enfrentamientos y agresiones armadas, sino el cese al fuego de toda guerra contra la Vida. La Paz es encontrar la virtud de la fraternidad, de la comprensión, del respeto a toda diferencia, del respeto a todas las manifestaciones y expresiones de la Vida, en nuestro Espíritu y en nuestro modo de vivir.

Somos, en población, una de las especies mayoritarias en la Vida de la Tierra, nos superan en número las vacas y las hormigas. ¿Podremos, con el paradigma humano que hemos construido mayoritariamente, cambiar el estado de desastre ecológico que hemos producido? Tal vez con este paradigma humano no logremos más que “paños de agua tibia”, que para efectos de la curación y sanación que requiere la Armonía de la Vida en nuestra Madre Tierra no son suficientes. Para esta urgente labor se requiere mucho más que un cambio de paradigma. Se requiere abandonar el paradigma humano. Se requiere construir un nuevo espíritu, una nueva mente, un nuevo cuerpo, nuevos modos de existencia. Ante esta situación de desastre globalizado, ante la catástrofe inminente requerimos Retornar a la Vida en Diferencia.

Las antiguas sabidurías de los pueblos nativos nos narran que la historia de la Vida de la Tierra ha pasado por cuatro o cinco cataclismos definitivos, en los que la Vida de la Tierra se ha

renovado completa y radicalmente[1]. De acuerdo a estas tradiciones, estamos ya al final del periodo de transición para dar paso a una nueva época. El final de cada época se ha caracterizado por un cataclismo global producto de una crisis generalizada. Y durante el último tiempo de cada periodo de transición se puede vislumbrar lo que acontecerá en el futuro. La única certeza que podemos tener es que éste presente ya es un vestigio arqueológico de un pasado que nada tendrá que ver con el futuro próximo. Los pequeños cambios benévolos que tal vez hoy podemos vivir no son más que los últimos fenómenos socioculturales que propiciarán el advenimiento de un futuro que no tendrá ninguna relación con los paradigmas establecidos hasta el presente. Tal vez ya no seremos más humanos, así como en la época anterior tuvimos la necesidad de dejar de ser homínidos. Tal vez podremos retornar en diferencia: así como tuvimos que abandonar la condición homínida en una época anterior para poder sobrevivir inventándonos como humanos en la época presente, tendremos que abandonar definitivamente toda condición humana si quisiéramos sobrevivir en la época del inmediato futuro.

Todo es posible para la voluntad de potencia de un cuerpo, un cuerpo lo puede todo cuando quiere y desea una nueva posibilidad de Vida, y mucho más cuando  las nuevas condiciones de la Vida así lo exigen. Si un cromañón o un neandertal nos pudiesen ver hoy, tal vez no nos podrían reconocer como sus parientes. Hoy vemos asombrados a nuestros niños y les reconocemos capacidades espirituales e intelectivas que nosotros de niños no las tuvimos, y que en esta edad adulta tampoco las tenemos. Tenemos una gran responsabilidad con nuestros niños. Ellos ven claramente todo lo que hacemos, y deciden conscientemente si repetirán o no todo lo que hemos hecho sus padres, incluso conscientemente decidirán si nos reconocerán o no como sus padres. Cada uno de nuestros actos tiene una repercusión y una consecuencia en las próximas siete generaciones, y así cada una de las generaciones siguientes.

Y siempre, y mucho más en este periodo de transición, hay mucho por hacer y decidir. Podemos permitirnos torpemente dejarnos atrapar por el aparato de captura del hálito ensombrecedor de la Vida que pretende destrozarla o podemos, si queremos, ponernos a tono con la energía luminosa que emana del Corazón de la Madre Tierra y con la Luz de la Vida que emana de los Seres Celestes para conjurar la hechicería de la catástrofe, y poder pasar por entre la catástrofe al infinito. No se trata de una nueva práctica de resistencia ni de lucha. Se trata de un nuevo modo de existencia que nos ponga a tono y nos aúne a la nueva posibilidad de Armonización de la Vida en el contexto mismo de la catástrofe inminente, desde la cual la Madre Tierra dará a luz a una nueva posibilidad a su Vida. Las tradiciones y las prácticas chamanistas de nuestra Madre Tierra así lo han hecho siempre. Hoy, más que en ningún otro tiempo, es urgente y necesario unir y cerrar el Círculo Sagrado de los saberes, tradiciones y prácticas chamanistas y espirituales de nuestra Madre Tierra en torno al propósito sagrado de Armonizar la Vida. Así se está haciendo y así será nuestro hacer.

Kajuyali Tsamani – Wichapishinteton Luta – Mama Nabi.

Nabi Nunhue, febrero 6 – 2009.



[1] La biología contemporánea coincide con estas tradiciones antiguas al afirmar que estamos al borde de la sexta extinción de la vida. Richard Leakey y Roger Lewin. La Sexta Extinción. El futuro de la vida y de la humanidad. Barcelona: Tusquets Editores, 1998-

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